El pasado domingo empezábamos abril con la jornada 28 de liga y estrenando nuevo entrenador, Marcos Contreras. El dicho popular futbolero dice que «entrenador nuevo, victoria segura», pero con nosotros no pudo ser, y no porque no nos lo mereciésemos, si no por la tónica general de la temporada que se volvió a reflejar en este partido.
La jornada empezaba con más intensidad de los nuestro y más ganas en un partido igualado ante el Manresa. Los primeros minutos tenían color rojillo pero las ocasiones no se materializaban en gol. Algún remate de Juan Antonio y Marc Mas ponían la guinda del peligro al encuentro, sin embargo cuando encarrilábamos la primera media hora de partido el Manresa se adelantaba en el marcador. El gol no nos hizo bajar los brazos, seguimos remando y ofreciendo nuestro, teniendo la ocasión más clara antes del final de los primeros 45 minutos en las botas de Pol Ballesteros con un disparo desde el pico del área cruzado que poco faltó para que pusiese las tablas en el marcador.
El trencilla pitaba el descanso tras una primera parte de control absoluto del Cedé, pero que sin embargo era el Manresa el que se llevaba el marcador a favor.
Con esta situación comenzaba la segunda mitad y lo hacía de la misma manera que había acabado la primera: claro dominio del Cedé pero en esta ocasión materializando aún ocasiones más claras que no subían al marcador. Los 20 minutos tras el descanso eran un carrusel de ocasiones rojillas con alguna intervención memorable del portero rival, como la que saca a Marc Mas a los 7 minutos de la segunda mitad con una mano baja que bien podría haberse convertido en la parada de la jornada. Pues cuando mejor estaba yendo el partido para los nuestros… 0-2. Jarro de agua fría que tampoco hundió a nuestro equipo. Los nuestros siguieron dándolo todo, generando ocasiones y tras Marcos sacar toda la pólvora al terreno de juego, recortamos distancias en el 80 tras un cabezazo de Iker Hernández.
Seguimos apretando pero no pudo ser y el 1-2 se reflejó en el marcador al finalizar el encuentro, recibiendo un duro correctivo en casa totalmente inmerecido.